Monetarismo anarcocapitalista




La ideología que nutre el mundo de las criptomonedas especulativas, como el bitcoin, es el anarcocapitalismo, consciente o inconscientemente. En diciembre de 2017 las criptomonedas especulativas, para sorpresa del mundo, alcanzaron máximos de popularidad por la cotización exagerada de algunas de ellas. En medio de esa euforia mundial nació el petro. Afortunadamente, el presidente Maduro ha dado un oportuno giro a la estrategia monetaria del petro.
En varias instancias del gobierno bolivariano hubo discursos de apoyo a los novedosos instrumentos monetarios que, supuestamente, desplazarían a todos los bancos centrales del mundo, incluyendo al nuestro. Muchos jóvenes revolucionarios cayeron presa de esta moda anarcocapitalista, quizás por falta de solidez en la formación ideológica. Atención PSUV.
En diciembre de 2017 se organizó un evento en el Banco Central de Venezuela sobre el petro, con tres invitados estadounidenses: Nick Spanos, Miko Matsumara (dueños de plataformas de intercambio de criptomonedas, o sea, vinieron por negocios) y Carol Van Cleef, asesora de la OFAC (Office of Foreign Assets Control, que se traduce como Oficina de Control de Activos Extranjeros). Van Cleef estuvo en la comisión de enlace de la OFAC de Donald Trump. Es decir, estábamos bajo estricta vigilancia estadounidense en materia del petro. Hay quienes piensan cosas peores.
En los primeros meses de 2018, la Superintendencia de Criptoactivos y Actividades Conexas mandaba más que el Banco Central de Venezuela. Se creó la Tesorería de las Criptomonedas en aparente solapamiento de funciones con el Banco Central de Venezuela, al menos en relación con las criptomonedas, que son monedas a fin de cuentas.
El discurso sobre el petro era que sería una criptomoneda que alcanzaría cotizaciones estratosféricas “por su respaldo en petróleo”. La ignorancia es libre, pero ¿cómo le explicas a la gente, en medio de la euforia, que el hecho de que el petro esté respaldado por UN barril de petróleo, no es suficiente como para que se cotice en $6000 y más, como se llegó a decir?
Las criptomonedas se cotizan exageradamente por la escasez, no por el respaldo que tengan. Esta evidencia tan grande como una catedral escapaba del raciocinio de quienes promovían histéricamente el petro desde ese mundo llamado criptolandia.
Encima, se hizo una emisión de 100 millones de petros, para ser vendidos en divisas y otras criptomonedas (que después se desplomaron) de los cuales el Estado se reservaba 17 millones. La estrategia de Pinky y Cerebro para salir de la crisis económica era que cuando el petro subiera a $6000 y los poseedores del 83% de los petros tuvieran ganancias más que groseras, el Estado venezolano se beneficiaría del pírrico 17% de los petros, migajas que podrían repartirse en ayudas sociales a los 30 millones de venezolanos.
Se hablaba de que todos podríamos comprar con petros en cualquier comercio, que el petro desplazaría al bolívar, que todos tendríamos celulares inteligentes para poder comprar pan en la panadería con petros, que todos podríamos minar criptomonedas y sacar un dinerito sin trabajar. Parecía que la idea era darle palo al bolívar y no al dólar, porque le buscaban usos sustitutivos al bolívar y no al dólar.
Lo de la minería ha sido otro fiasco monumental. Menos mal que el petro no es minable, no puede serlo por razones obvias, ya que no podemos regalar nuestro petróleo.
Hubo compras masivas de máquinas de minado para instalar en diferentes instituciones, de modo de tener una suerte de “autofinanciamiento” sin producir ni generar riqueza real. Muchas de esas máquinas están aún sin instalar, debido a la falta de conocimiento de quienes las recibieron para ponerlas a funcionar.
La locura de promover la adopción de máquinas de minado de criptomonedas, teniendo muchas debilidades en el servicio eléctrico, fue parte de esta infección anarcocapitalista. Sobre todo después de años de sustitución de bombillos incandescentes por bombillos ahorradores y de sustitución de electrodomésticos por otros más eficientes.
Ni siquiera sacamos unas cuentas básicas de consumo eléctrico. Una máquina minadora estándar, una sola, puede consumir lo mismo que casi 30 neveras domésticas si incluimos la energía para enfriarlas con aire acondicionado. La minería da pérdidas netas al país, aunque pueda dar ganancias a los propietarios de máquinas de minado, debido al subsidio eléctrico. Esto es cierto en particular en zonas donde la generación es termoeléctrica.
El diésel que genera la electricidad que consume cada máquina minadora se puede vender en el mercado internacional por al menos el doble de la ganancia que da dicha máquina, ganancia que no se embolsilla el Estado sino un particular. La minería de criptomonedas es un subsidio a los ricos, mientras más capital inviertes en máquinas de minado, más te subsidia el Estado con electricidad casi regalada.
El petro ha debido estar circulando desde el primer trimestre de este año, de haber concebido una estrategia tecnológica apropiada para su implementación, como por ejemplo haber adoptado software libre como Stellar o Hyperledger Fabric. Hubo una secuencia de errores que retrasó la implementación de la plataforma del petro. Cada minuto que pase sin que el petro salga a circulación, le cuesta mucho dinero al país.
Por fortuna, finalmente nos hemos vacunado contra esa locura anarcocapitalista.

Golpe de timón con el petro

La concepción del petro está dando un giro copernicano, para beneficio del pueblo venezolano y de la revolución bolivariana. Para empezar, el petro será moneda de uso en comercio internacional y el bolívar seguirá siendo la moneda de curso legal.
Sin embargo, debemos estar muy alertas de la influencia que puede seguir habiendo de la concepción anarcocapitalista inicial del petro. Estoy seguro de que si ocurre algún gazapo será posteriormente corregido por el presidente Maduro, lo que pasa es que cada minuto que perdemos en el plan de recuperación económica, nos produce muchas pérdidas.
He aquí una lista de posibles gazapos, sabiendo de la mentalidad neoliberal que a veces se nos colea en el pensamiento, incluso a los revolucionarios.
Posible gazapo #1: Poner a fluctuar el bolívar contra el petro. Esta es una forma de darle palo al bolívar y, de paso, al salario, expresado en petros. Es inevitable que las divisas extranjeras fluctúen contra el bolívar, pero debemos usar el petro como salvavidas del bolívar, lo que hace preferible el anclaje bolívar-petro, es decir, que el petro siempre se cambie por bolívares a razón de BsS 3600 por petro, paridad revisable ocasionalmente. Nuestra mejor estrategia contra la guerra económica es tener un tipo de cambio fijo bolívar-petro durante un tiempo, en esta primera fase del plan de recuperación económica y del salario. La visión liberal (y anarcocapitalista) de la fluctuación por oferta y demanda hundiría aún más el bolívar, que está débil y necesita soporte para recuperarse. Lo peor es que hundiríamos el bolívar con ayuda de nuestra propia creación, el petro.
Posible gazapo #2: Que se definan para el petro usos sustitutivos del bolívar. Esta es otra forma de darle palo al bolívar, nuestra moneda, que además tiene el símbolo del Padre Libertador. Queremos que el petro compita con las divisas extranjeras, en especial el dólar. El petro debe tener la mayor cantidad posible de usos sustitutivos del dólar y el bolívar debe exigirse como moneda única de circulación nacional, para fortalecerlo. Por ejemplo, es el bolívar la moneda que debe usarse para compra-venta de inmuebles, no el petro ni el dólar, aunque la unidad contable que usen las partes sea el petro (o incluso el dólar, por colonización mental).
Posible gazapo #3: Mantener la emisión inicial de sólo 100 millones de petros, con la idea de que los petros se capitalicen especulativamente por escasez. Esa idea, proveniente del mundo de criptolandia, es contraproducente si queremos que el petro se convierta en una divisa estable. Tiene que ser estable para que funcione como divisa utilizable en comercio exterior. La emisión de petros debe tener su política monetaria asociada y debe estar relacionada con mantener el tipo de cambio bolívar-dólar controlado (aunque fluctúe con el precio del petróleo) y con la creación de un circulante internacional en petros.
Posible gazapo #4: No retirar los bolívares del circulante cuando se cambien por petros. El límite fundamental a la compra de petros debe ser el circulante mismo. Deben retirarse los bolívares de circulante cuando se cambien por petros y nuestra economía no podrá absorber ni siquiera 200 millones de petros al año.
Posible gazapo #5: Que el Estado inyecte en el mercado cambiario otras divisas que no sean petros. Si el Estado sólo inyecta petros, garantizará el uso del petro y podrá hacer seguimiento de su uso a través de la cadena de bloques o blockchain, lo que puede ser la base de una Ley de Control de Capitales. El petro debe ser un medio de acceso a otras divisas y eventualmente el medio de pago de las importaciones o parte de ellas.
Posible gazapo #6: Que el Estado no reconozca el petro como moneda de pago de la factura petrolera. Este gazapo es casi impensable, pero hay que incluirlo. Es impensable que el Estado venezolano diga que ¡no acepta su propia divisa! La garantía del Estado en términos de honrar el valor facial del petro, un barril de petróleo, según en el decreto 3196 de diciembre de 2017, es fundamental para sostener el valor real del petro y del bolívar, que está anclado al petro.
Si no ocurre ninguno de estos gazapos, el éxito del componente monetario del Plan de Recuperación Económica estará garantizado. Si ocurre, por influencia de ideologías como el mencionado anarcocapitalismo, propio de estos tiempos de la criptoeconomía, los revolucionarios estaremos muy atentos para corregir el rumbo. ¡Venceremos!

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